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En los últimos 6 años, además de Jessica, cinco mexicanas han sido asesinadas fuera del país

Jessica de 26 años murió el sábado 11 de agosto; la primera versión indicaba que había saltado desde una ventana al vacío


El asesinato de la joven mexicana Jessica Astorga Carballo en Francia se suma a los cinco casos de connacionales que han perdido la vida en el extranjero, en los últimos seis años.

Inicialmente se dio a conocer que Jessica se había suicidado. Pero su caso tomó un giro inesperado; el jueves de la semana pasada un abogado le informó a la familia Astorga Carballo sobre el dictamen del médico forense que desmentía el suicidio de su hija, pues esta había sido estrangulada y arrojada por la ventana del tercer piso del apartamento número 18.

Su esposo Pierre Labastida Garnier fue encontrado culpable de su asesinato. Esta es la historia:

 

Jessica Astorga

Era una mexicana de 26 años que se había mudado a Lyon, Francia, con su pareja sentimental, Pierre Labastida Garnier, a quien había conocido en unos semestres de intercambio en la Universidad del Valle de México.

Pierre Labastida Garnier de 29 años y de nacionalidad franco mexicana informó a la hermana de Astorga Carballo la mañana del 11 de agosto por un mensaje de WhatsApp que su pareja se encontraba muerta, según su versión, porque ella había saltado por la ventana frente a él.

La pareja vivía en el distrito La Croix-Rousse en un apartamento de la calle Dumont, sobre cuyo pavimento se encontró el cuerpo de la mexicana y donde el pasado domingo un grupo de mexicanos que residen en Francia fueron a manifestarse para pedirle al embajador de México que se reúna con la familia de la víctima de feminicidio.

Luego de que se realizaron los trámites correspondientes, las autoridades autorizaron que el cuerpo de la joven mexicana fuera repatriado a México. El esposo de la víctima se encuentra detenido y el proceso judicial seguirá su curso ante el Tribunal de Gran Instancia de Lyon.

 

Además de este caso, se han conocido en los últimos años tres casos más, ocurridos en situaciones similares: compatriotas mexicanas, asesinadas en el extranjero por sus parejas sentimentales.

 

Berenice Osorio de Viana
Hace siete años, Berenice conoció a Tom, un joven belga, en Puerto Vallarta. Luego de unos meses, decidieron vivir en Bélgica en unión libre.

Llegaron a la casa del padre y los hermanos de él. La cohabitación era difícil. El padre era un hombre depresivo que maltrataba a la madre de Tom, hasta que ella falleció en un accidente.

La relación empezó pronto con problemas. Comenzaron las agresiones físicas contra Berenice. En 2013, alertados por los vecinos, entraron policías a la casa y encontraron a la mexicana con la cara llena de sangre. En otra ocasión, Tom trató de estrangularla. La tenía amenazada con matarla si lo dejaba. Sin dinero propio, Berenice no encontró la forma de volver a México.

Nunca le dijo nada a su familia. Cuando se dio la noticia de su muerte, diversos medios difundieron que durante meses sus padres perdían contacto con ella. Después del asesinato de su hija, llegaron a la conclusión de que Berenice se escondía mientras se le quitaban los moretones y las huellas de las golpizas. A Facebook subía fotos simulando que tenía una familia feliz. Tampoco se acercó al consulado mexicano para pedir ayuda.

El 9 de enero de 2018, Tom apuñaló a Berenice en el corazón, mientras las hijas de ambos, de dos y seis años, dormían. Luego él mismo la llevó al hospital, en Santa Elizabeth, en Herentals. Llegó cargándola. Ahí mismo lo detuvieron.

Berenice no sobrevivió. Su asesinato disparó una alerta entre las mujeres de la comunidad mexicana en Europa. A Tom lo condenaron a 15 años de cárcel, en un país donde las sentencias más altas suelen rondar los 20 o 22 años, por los bajos niveles de criminalidad, explica la geóloga. Los padres de Berenice han pedido la custodia de sus dos nietas, lo que todavía está en proceso.

 

Adriana Morales de Florencio
Adriana tenía 23 años y estudiaba Administración Turística en la Benemérita Universidad de Puebla, de donde era originaria. Trabajaba en un crucero que solía hacer parada en la Isla de Bonaire, cerca de Venezuela, y ahí conoció a Raysley Sambo, de 44 años. La pareja se veía cuando la mexicana desembarcaba. Tenían entre seis y siete horas para estar juntos antes de que el barco volviera a partir.

El 20 de abril de 2017, Adriana bajó del crucero, alrededor del mediodía. Una cámara local la captó caminando con un hombre de más o menos 1.85 de estatura; era Sambo. La mexicana no regresó al barco, que partió sin ella sin que nadie se percatara de su ausencia. Fue la familia de la joven la que dio la alerta de su desaparición. Desde ese día no podían contactarla. Iniciaron la búsqueda pidiendo apoyo por redes sociales.

Diez días después, la policía de Bonaire les notificó que habían encontrado un cadáver con las características de Adriana. La familia se rehusó en un principio a creer que era ella y que estaba muerta. Al final tuvieron que aceptarlo. Las autoridades localizaron el cuerpo de la joven enterrado en un lugar de la costa.

Después de confirmar que Adriana estaba embarazada y de las declaraciones de testigos del lugar quienes aseguraron que la mexicana había estado preguntando ese día por una clínica de aborto, la línea de investigación más fuerte apuntó hacia que ella esperaba un bebé de Sambo, pero había decidido abortar. Él, pese a estar casado y tener tres hijos, no estaba de acuerdo con eso. Al parecer la pareja peleó y el hombre mató a la joven.

El 31 de enero de 2018 se emitió la sentencia contra Sambo por 17 años de cárcel. La defensa de la familia la catalogó como injusta. El juez argumentó que no se podía comprobar la premeditación, por lo tanto no era posible fijar una pena más alta.

 

Cécile Denise Acosta Reynaud
Cécile Acosta y Martín Manrique, ambos mexicanos, habían sido pareja, pero estaban separados. Tenían una hija, de la que Martín tenía la custodia temporal. El matemático se mudó a la India, a estudiar un posdoctorado y se llevó a la niña. Cecile los siguió, se instaló también en ese país, en la regional de Kerala, a 16 horas de donde vivía su expareja. Empezó a estudiar danza, gracias a una beca que obtuvo, y visitaba regularmente a su hija. Cecile tenía 36 años.

La mexicana había planeado irse unos días de vacaciones con la pequeña. No pudo concretar esos planes. El 11 de abril de 2012, después del reporte de un poblador, la policía del distrito de Virudhunagar, en el estado sureño de Tamil Nadu, encontró el cuerpo parcialmente calcinado de una mujer dentro de una maleta abandonada a las afueras de la ciudad.

No pudieron establecer entonces de quién se trataba. Fue hasta el 15 de abril, un día después de que Martín reportara su desaparición, que las autoridades concluyeron que se trataba de Denise.

En los medios se publicó que el principal sospechoso de su muerte era su expareja y padre de la niña. Circuló la versión de que él la había matado durante una pelea justo por la pequeña. Aparentemente Denise quería llevársela a vivir a Francia.

Manrique fue encarcelado durante tres meses en la prisión de Chennai, en la provincia de Tamil Nadu, pero salió libre el 24 de julio de ese 2012, por la ausencia de una acusación formal y la falta de “hoja de cargos”, aunque la madre de Cecile declaró a los medios que no habían hecho la acusación porque confiaron en la actuación justa de las leyes.

 

 

Con información de: Animal Político


El Corresponsal, en el lugar de la noticia.

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