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Entierro multitudinario para dar el último adiós a Julen

Se celebró a las 12:30 horas un responso en el mismo cementerio, al que llegaron los restos mortales del pequeño desde el sábado por la tarde


Julen ya descansa en el cementerio de El Palo. Cientos de personas han acudido este mediodía a dar su último adiós a Julen, el niño de 2 años que murió tras caer a un pozo el pasado 13 de enero en Totalán (Málaga), y cuyo entierro se ha celebrado a las 13:30 horas en el cementerio de la barriada malagueña.

Previamente se ha celebrado a las 12:30 horas un responso en dicho cementerio, hasta donde llegaron los restos mortales del pequeño el sábado por la tarde procedentes del Instituto de Medicina Legal de Málaga. Donde se le había practicado la autopsia.

Un gran número de coronas y ramos de flores acompañan el féretro del niño, cuya muerte ha causado conmoción en el barrio donde residía con sus padres.

El motivo por el que estaba cubierto de tierra el cuerpo de Julen es uno de los aspectos que tendrá que determinar la investigación abierta para esclarecer las circunstancias del suceso.

Todas las diligencias e investigaciones para “establecer posibles responsabilidades” en la muerte del menor corresponden ahora al Juzgado de Instrucción número 9 de Málaga, como avanzó el delegado del Gobierno en Andalucía, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis.

Los primeros datos de la autopsia practicada al cuerpo han permitido saber que el niño sufrió politraumatismos al precipitarse de pie en el pozo, que sus brazos estaban hacia arriba y que el pequeño presentaba erosiones compatibles con roces en la caída.

Tras el levantamiento del cadáver en el lugar del hallazgo, el cuerpo fue trasladado primero al hospital Clínico Universitario de Málaga para someterlo a un estudio radiológico y, a continuación, al Instituto de Medicina Legal de la capital malagueña para practicarle la autopsia.

De acuerdo a la posición en que fue encontrado el cuerpo, se cree que sufrió una caída “rápida y libre” hasta los 71 metros, la cota en la que fue encontrado Julen, y hasta donde se había rellenado de tierra el pozo, que originalmente tenía una profundidad de unos 110 metros y un diámetro de veinticinco centímetros.

Queda por despejar la incógnita de por qué el niño tenía encima la tierra con la que se formó el tapón que impidió succionar ese material para rescatarlo, primera opción que intentaron los técnicos antes de acometer un túnel vertical paralelo al pozo para después acceder a través de una galería horizontal.

Se barajan diversas teorías sobre ese tapón, aunque todavía sin ninguna certeza, y una de las tesis más probables es que, durante la propia caída del niño, se fuera desprendiendo tierra procedente de las paredes del pozo, que son “muy imperfectas, muy arenosas”, según la descripción de Gómez de Celis.

También habrá que esclarecer las circunstancias en que se produjo la caída del niño, puesto que el empresario que perforó el pozo, Antonio Sánchez, aseguró en su declaración a la Guardia Civil que después de terminar su trabajo selló el orificio, pero su actuación había sido modificada posteriormente.

Durante el operativo de rescate se conoció asimismo que la Junta de Andalucía no había tramitado ningún permiso para excavar este pozo en busca de agua, y que en ningún departamento del gobierno autonómico constaba que se hubiese solicitado dicho permiso.

En caso de haber tenido permiso, los responsables de la obra tendrían que haber tramitado un segundo expediente, solo si hubiesen encontrado agua, para poder extraerla legalmente, y este trámite habría correspondido a la Dirección General de Dominio Público Hidráulico y Calidad de las Aguas, donde tampoco consta ninguna petición.

Tras el hallazgo del cuerpo de Julen, el pozo ha sido tapado con una lámina de acero de 600 kilogramos y la intención de las autoridades es rellenarlo y sellarlo, al igual que el túnel vertical paralelo, cuando la autoridad judicial lo permita.

Mientras la familia de Julen despide al niño, los mineros que participaron en el rescate del cuerpo han vuelto a sus lugares de origen a descansar después de días de intenso trabajo. Los ocho integrantes de la Bigrada de Salvamento que participaron en el operativo han asegurado que se encuentran “desbordados, cansados y con ganas de volver a la rutina”, pero en ningún caso se sienten como héroes.

En estos términos se ha expresado el ingeniero jefe y director técnico de la brigada desde hace seis años, Sergio Tuñón, que este domingo ha comparecido junto a los otros siete miembros del equipo que excavó durante más de 30 horas el túnel de casi cuatro metros que permitió conectar el pozo excavado para el rescate con el que albergaba el cuerpo sin vida del pequeño.

Normalmente trabajamos desde el anonimato y esto nos desbordó. Ahora básicamente estamos cansados y tratando de recuperar nuestra vida, y mañana o pasado estar de nuevo al pie del teléfono o continuando con las funciones de formación con otros cuerpos”, ha subrayado.

 

Fuente: El Confidencial

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