CulturaPORTADA

Águila y jaguar: guerreros legendarios

Por Oswaldo Ceballos

Se agradece el intento, usar la mitología de nuestra nación para tratar de entregar una historia que de entrada resulta atractiva. Esta película animada es un producto mexicano al cien por ciento.

El argumento es que, en un futuro apocalíptico, el agua es el gran problema puesto que es muy escasa y además existen unos infectados (tipo zombies) que abundan en las calles.

Allí, dos hermanos y últimos miembros de una organización ancestral deben viajar en el tiempo hasta el 2022 para tratar de salvar su mundo.

Toda la historia se desarrolla en México, y la premisa llama bastante la atención, pero en muchas partes de la película se ven escenas forzadas y no te permite entender el por qué o cómo llegaron a ciertas situaciones que no quiero revelar para quienes no han visto Águila y Jaguar.

Por cierto, el nombre se basa obviamente en los guerreros emblema de las culturas azteca y maya.

Ahora bien, me resulta increíble que al ser un producto con casi tres años de producción, existan errores garrafales en la animación, objetos que se transparentan por citar un ejemplo y aquí sí diré una escena para ser específico: el personaje Xanat está recostada en la cama e Ik se sienta a su lado y del estómago de Ik se observa una parte de atrás, se transparenta; un pequeño detalle que no debe pasar en largometrajes que son para presumir al mundo.

Pero lo peor de todo, lo más aberrante son las actuaciones de voz, prefirieron llevar a personajes conocidos para llamar más la atención en taquilla que el traer a verdaderos actores que le hubiesen dado ese toque que le faltó.

Y es que sí tienen actores que hacen doblaje y se nota, el maestro Aztaya es interpretado por Juan Carlos Tinoco de forma magistral, pero de ahí en fuera hay que señalar casos específicos como el de José Eduardo Derbez a quien es inevitable quitarle “la papa” de la boca cuando habla; Franco Escamilla que se caracteriza por ser gracioso, en ninguno de los momentos en donde su personaje debía ser “chistoso” lo fue, no le quedó su personaje.

Ahí falla también la película, en querer buscar chistes “a lo gringo” cuando se supone que estamos tratando de mostrar parte de nuestra identidad, aunque sea pura fantasía.

Otro que le intentó echar ganas, pero no le funcionó fue a Roberto Palazuelos, simplemente la dirección no le pudo dar esos matices al “Diamante Negro” para que brillara como uno de los villanos. Su personaje parecía un Fernando Colunga en la telenovela Pasión y Poder.

Yurem Rojas hace la voz de un personaje que metieron a la fuerza, pero realmente el integrante de Me Caigo de Risa sí hizo un buen papel, sí puedes sentir que el tipo buscó actuar y no exagerar.

Mención aparte con Omar Chaparro, en lo poco que salió su voz fue de los que denota un trabajo actoral en esos aspectos (no hablemos de sus películas), él es muy criticado y yo me uno a esas críticas, pero en cuanto al doblaje para mí es muy bueno este comediante.

Las chicas, todas, bien a secas.

De la historia, digamos que se fue desarrollando a veces con enredos, a veces a fuerza como ya lo platiqué, y necesitaría volver a verla para saber si me aburrirá de nuevo o no. El villano final fue muy pobre, parecía que se acababa de levantar a las 2 de la tarde con una cruda espantosa con esos ojos que le pusieron.

Con todo lo anterior, podría parecer que aborrecí la película, pero la realidad es que no, es palomera y nada más.

Aparte, no por el hecho de que sea mexicana es a fuerza que hay que apoyar, se trata de dar un punto de vista.

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