OPINIONESPORTADA

“Ganar elecciones para perder países”

Adrián Vázquez

En las últimas semanas hemos visto dos cambios de gobierno en América latina. Por un lado, Gabriel Boric (1986) ganó la mayoría de votos para conquistar la presidencia en Chile y, por otro, Gustavo Petro (1960) accedió a la titularidad del poder ejecutivo en Colombia. Ambos son nuevos mandatarios que por sus propuestas, posturas y discursos, parecen tener una identificación o tendencia hacia la izquierda del espectro político.

Si a tales triunfos electorales agregamos que, como todo parece indicar, Luiz Inácio Lula Da Silva se encamina a ganar los próximos comicios en Brasil y se hará presidente por nueva cuenta de ese país, podemos ver un reposicionamiento de la izquierda a nivel gubernamental en la región de América latina conquistando el voto de los electores.

¿Cuál ha sido la clave de este resurgimiento de la izquierda en la región? Sin duda, el discurso anti sistema sustentado en las flaquezas de la economía de nuestros países, la corrupción de las élites políticas, la desigualdad rampante, la violencia y la inseguridad causadas por estrategias equivocadas y, sobre todo, la supuesta superioridad moral de quienes buscan reivindicar los reclamos de la población dando voz a los que no han sido escuchados.

Así, Después de que en 2018 la derecha o centro derecha parecían posarse sobre el poder en nuestra región, con gobiernos como los de Iván Duque en Colombia, Mauricio Macri en Argentina y Jair Bolsonaro en Brasil, hoy son claras las muestras del retorno de Latinoamérica a la senda de la izquierda. Una supuesta izquierda que más bien se muestra como un populismo que corroe los sistemas institucionales, polariza a las sociedades, deteriora la economía y va minando, poco a poco, el crecimiento y desarrollo de las naciones bajo su control.

Los estragos de la pandemia, la carencia de resultados y la falta de ideas por parte de los grupos políticos opositores, parecen ser las llaves de acceso al poder y el gobierno de los populistas. Sin embargo, los resultados de estos grupos tampoco nos permiten ser muy optimistas y, por el contrario, las evidencias muestran que tienen una gran proclividad a actuar en detrimento de las libertades, de los derechos y garantías de las personas -principalmente de quienes representan una oposición o contrapunto a su forma de pensar, de gobernar y de dirigir a sus países-.

Los principales exponentes del populismo en nuestra región, los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua, dan muestra de los efectos que sus administraciones causan sobre las esferas de la política, la economía y el entramado social. Sin embargo, casos como los de Argentina y Bolivia también dejan ver signos muy claros de la pauperización social que tiene lugar ahí donde el populismo se ha impuesto, ya sea de forma permanente o intermitente.

Esperemos que con los cambios de gobierno en Colombia y Chile, inicie una nueva etapa de florecimiento para ambas sociedades que sirva como impulso -económico, democrático y social- para el resto de la región. Que más allá de populismo, diatriba y demagogia, ambas administraciones representen cuerpos eficaces de gestión que generen seguridad, estabilidad, concordia, crecimiento económico y desarrollo para sus pueblos.

Frente a este panorama, la sociedad debe mantenerse siempre informada a fin de generar crítica y contrapesos al poder. No podemos escuchar el canto de las sirenas populistas y permitir que nuestras democracias sean socavadas y nuestras instituciones sometidas. Debemos actuar de forma responsable como ciudadanos. No podemos permitir que, al ganar una elección, se pierda un país.

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