OPINIONESOSWALDO CEBALLOSPORTADA

Las renuncias en política son despidos disfrazados

Si no das el trancazo tú. Te lo da el de la esquina, lo sabes.

Julieta Venegas

Por Oswaldo Ceballos

Una enorme cantidad de importantes posiciones políticas se entregan a personas que son más serviciales que competentes, lambiscones para que se entienda mejor. Aquellos personajes que dieron cuerpo, recursos y alma durante las campañas políticas y el maravilloso premio es tener un cargo público para así vivir del erario, aunque en ocasiones eso signifique no tener una maldita idea de las funciones a realizar.

Hemos visto arquitectos en Secretarías de Salud; abogados en secretarías relativas a obras públicas, profesoras de lengua inglesa en Secretarías de Economía a nivel federal, vamos, hasta directores de Comunicación Social que no saben ni redactar un boletín o tomar una fotografía.

Cualquier persona tiene el derecho de ser alcalde, gobernador y presidente, pero las dependencias gubernamentales son ramas especializadas que requieren de un conocimiento a fondo, es la directriz que pondrá una disciplina empezando desde la raíz: el presupuesto y a partir de ahí desarrollar todo un programa de gobierno a corto, mediano y largo plazo para alcanzar metas trazadas sobre las promesas de campaña.

Promesas de campaña que en más de un 50% nunca se cumplen, claro está.

Sin embargo, importantes puestos públicos se dan a los amigos, a los amigos de los amigos o de los familiares y a personajes que se arrastran por la vida para lambisconear a quien se perfila para tener una posición de poder.

A estas rémoras, poco les importa la dignidad, a final de cuentas logran obtener jugosas ganancias por salarios elevados y también gracias a los chanchullos y bisnes que puedan hacer torciendo la ley, ¡ah! porque para eso sí salen muy buenos, para jinetear el dinero y ver qué se pueden llevar al bolsillo.

Pero, hay un momento de inflexión, y esto le puede pasar a cualquier servidor público que cumpla o no el perfil del cargo… ese instante donde todo se empieza a nublar a su alrededor y por más que se quiera ayudarle no hay las condiciones adecuadas para sostenerle en el puesto.

A veces las grillas internas son asfixiantes.

A veces la presión pública es demasiada.

A veces es mucha la incompetencia de quien ocupa el cargo.

Algo pasa y viene la llamada desde arriba: “tienes que renunciar”.

Lo primero que deben pensar esos personajes es “pero si yo no quiero renunciar, yo estoy muy cómodo aquí, total no hago nada”.

Y así deben salir en público en dar su renuncia a veces por cuestiones “personales”; o aquellos menos valerosos y también por estar molestos ante la orden, mandan un escueto comunicado para informar de su salida.

Triste el destino de muchos, pero la inutilidad paga su precio tarde o temprano.

Por cierto, querido funcionario o aspirante a tal, de nada te servirá hacer diplomados en administración pública si no tienes el perfil adecuado para un cargo.

Zapatero a sus pinches zapatos.

@oswaldonoticias

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