OPINIONESPORTADA

México lindo y querido, si muero lejos de ti…

Adrián Vázquez

Las sociedades, tal y como las conocemos en la actualidad, son el resultado de un proceso constante de migración que inició en la actual África hace millones de años. Por cuestiones climáticas, por la búsqueda de alimentos, por la conquista de territorio o por la simple expansión del espacio habitado, nuestros antepasados poco a poco fueron poblando el mundo trasladándose de un lugar a otro bajo una dinámica casi natural.

Sin embargo, hoy en día la migración parece más una problemática profunda y compleja que un fenómeno naturalmente humano. La migración representa un problema y un reto tanto para los gobiernos de países origen y destino como para las instancias internacionales -principalmente las ligadas a la protección de los Derechos Humanos y la dignidad de las personas que abandonan su lugar de nacimiento-.

En el caso de nuestro país, la migración ha sido un tema constante de la agenda pública interna y un tópico recurrente de la relación bilateral entre México y Estados Unidos. Un asunto en ocasiones terso y en otras álgido en las discusiones entre los gobiernos de las dos naciones.

México ocupa un lugar como país de origen, país de tránsito y, en los últimos años, país destino para migrantes, tanto nacionales como centro y sudamericanos y en algunos casos, pocos pero dignos de mencionar, europeos y africanos.

Durante las dos primeras décadas del siglo que corre, el número de mexicanos que migraban hacia Estados Unidos en busca de mejores oportunidades había descendido notablemente en comparación con los datos de finales de la centuria pasada. Hecho que coincidía con un aumento en el número de personas de otros países que pasaban por nuestro territorio en busca de cruzar la frontera norte para ingresar a nuestro vecino estadounidense.

Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), México es la nación con la segunda mayor cantidad de sus ciudadanos viviendo en algún otro país. Según tal indicador, en 2020 casi 11 millones de mexicanos vivían fuera de nuestro territorio. De ellos, 10 millones viven en Estados Unidos. Los datos de la OIM muestran que sólo nos encontramos por detrás de la india que tiene 18 millones de personas que residen en el extranjero.

El corredor de migración entre México y los Estados Unidos es, según información de la misma instancia internacional, el más grande del mundo con 11 millones de personas. En segundo lugar con 4 millones de personas se encuentra el corredor formado por la República Árabe de Siria y Turquía -que se compone principalmente por los refugiados y desplazados por la guerra- y, el tercer corredor más grande es

el que va de la India hacia los Emiratos Árabes Unidos que está formado principalmente por 3 millones de trabajadores migrantes.

Con tal cantidad de mexicanos trabajando, principalmente en el país gobernado por Joe Biden, no es de extrañar que en 2020 nos hayamos ubicado como el tercer mayor receptor de remesas del mundo, sólo por debajo de India y China. En dicho año arribaron a nuestro país 42 mil 880 millones de dólares provenientes del trabajo que nuestros connacionales realizan en las ciudades de la Unión Americana.

En suma, México es el país de América Latina con la mayor cantidad de emigrantes. En segundo y tercer lugar a nivel regional se encuentran la República Bolivariana de Venezuela y Colombia, con más de 5 y 3 millones de emigrantes respectivamente. Todos bien sabemos la situación que se vive hoy en Venezuela.

Si bien mencionamos líneas arriba que el número de mexicanos que dejaban el país para encontrar una mayor calidad de vida y un mayor ingreso, había caído en los últimos años, cierto es que, según datos de instancias como el INEGI, dicha cifra ha vuelto a crecer en los últimos 4 años.

Los detonadores de la salida de nuestros paisanos allende nuestras fronteras, son viejos conocidos, la pobreza y la falta de oportunidades principalmente. Factores que se combinan con una situación cada vez más precaria con la impronta de una inflación galopante que amenaza con cerrar el año en dos dígitos, la falta de empleo o los sueldos raquíticos de los pocos que se generan, las consecuencias del Coronavirus, la inseguridad y la violencia en niveles récord y la falta de políticas públicas sensatas que generen estabilidad, certidumbre jurídica y una atmósfera de paz para propiciar el crecimiento y el desarrollo, tanto social como económico.

En palabras de nuestras autoridades, la migración debería ser opcional y no obligatoria. No obstante, tal parece que hoy en día es necesaria y, para muchos, la única opción para escapar de la violencia, la falta de oportunidades y para poder ofrecer a sus familias una vida mejor.

Esta historia continuará.

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