-Veracruz

Ambiente de alegría de las posadas contrasta con la realidad que se vive

El pueblo no vive feliz, se observa mucho desconcierto e incertidumbre, asegura la Arquidiócesis de Xalapa


Por: Mario Rafael León

El ambiente cristiano de alegría por la cercanía de la Navidad contrasta con la realidad que la gente vive todos los días; desgraciadamente, el pueblo no vive feliz, se observa mucho desconcierto e incertidumbre, hay un ambiente de desánimo y descontento social, afirma la Arquidiócesis de Xalapa.

En el comunicado de este domingo, se indica que el tercer domingo de Adviento se conoce en la liturgia de la Iglesia católica como el Domingo de la Alegría y que en la corona de adviento se representa con el cirio de color rosa. “La liturgia nos invita a estar alegres porque estamos muy próximos de celebrar la santa Navidad”, dice el documento. Sin embargo, no hay reunión, encuentro o conversación en la que no se lamenten las crisis que se viven; “desgraciadamente, el pueblo no vive feliz, se observa mucho desconcierto e incertidumbre, hay un ambiente de desánimo y descontento social”.

Desea la Arquidiócesis de Xalapa que el periodo de las posadas “nos traiga paz y concordia y nos permitan contemplar el nacimiento de Jesús a través de la escucha de la Palabra de Dios, la oración y la experiencia positiva de compartir y de vivir momentos de una sana alegría”.

El documento firmado por José Manuel Suazo Reyes, director de la Oficina de Comunicación Social de la Arquidiócesis de Xalapa, recuerda que la palabra de Dios explica cuál es el motivo del por qué se debe estar alegre. El profeta Isaías lo explica de esta manera: “Que se le alegre el desierto y se cubra de flores… que se alegre y dé gritos de júbilo… he aquí que su Dios viene ya para salvarlos (Is. 35, 1-6). Por lo tanto, la razón de esta alegría es la llegada del Salvador.

“Efectivamente, nos encontramos ya a unos días de la celebración del nacimiento de Jesús. Jesús es nuestro Salvador y nosotros nos estamos preparando para recibirlo. Ésa es la razón por la que debemos estar siempre alegres como lo dice también el apóstol Pablo. ‘Estén siempre alegres en el Señor. El Señor está cerca’ (Flp. 4, 4.5). La llegada de Jesús, por lo tanto, es motivo de alegría para todos los que creemos en él”, expresa el comunicado.

En estos días previos a la Navidad, del 16 al 24 de diciembre, se celebrarán las tradicionales posadas. La celebración de las posadas es una bella oportunidad para contemplar el misterio de la encarnación del Hijo de Dios, así como el ambiente y el contexto donde sucedió.
Las posadas forman parte de una hermosa tradición cristiana iniciada desde el periodo de la Colonia que dispone a los cristianos interna y externamente para la celebración de la Noche Buena.
Las posadas, indica el comunicado, recuerdan la experiencia de rechazo de José y María. Fue en Belén donde “María dio a luz a su unigénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada” (Lc. 2, 7). Estos datos bíblicos son narrados también de forma popular en los versos que se cantan durante las posadas.

“La fiesta de las posadas nos permite vivir algunos aspectos importantes de la vida cristiana. En las posadas se escucha la Palabra de Dios que nos narra los momentos previos al nacimiento de Jesús. Se tiene ocasión para hacer un momento de contemplación y de oración. Las posadas permiten vivir la experiencia de comunidad, sea porque los feligreses se reúnen en el templo parroquial o en las capillas o porque las familias y los vecinos aprovechan este tiempo también para reunirse en la casa o en algún lugar”, dice la Arquidiócesis.

Durante las posadas se generan verdaderos momentos de comunión fraterna. Los vecinos, los amigos, o los feligreses tienen un momento para la convivencia, para vivir la caridad y para expresar la solidaridad. Los niños son los más felices durante el tiempo de las posadas pues son los primeros que reciben algún envuelto o bebida caliente.

Muchas veces en las posadas hay también piñatas, y si la piñata es la estrella de siete picos, eso da la oportunidad para hacer una lectura de fe. “Cada pico representa un pecado capital que con sus vivos colores seduce al alma para apartarla de Dios y llevarla al pecado. La persona con los ojos vendados, representa al creyente que con la fe, vence al pecado recuperando el don sobrenatural de la gracia, representada por la caída de frutas y dulces”, apunta la Arquidiócesis.

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