Quienes se sienten más que los otros no logran el éxito deseado
Hipólito Reyes Larios, arzobispo de Xalapa, exhortó a los feligreses a aprender a ser personas humildes, sencillas y a no ser prepotentes con los demás integrantes de la sociedad.
“Cuando una persona trata bien a los demás, se sabe expresar con sencillez y pide las cosas por favor, entonces los demás le hacen caso; pero las personas que imponen o que se sienten más que los otros, se manifiestan con palabras groseras, imponiéndose a los demás no logran el éxito deseado. En el primero de los casos, se trata de personas que se ganan el afecto y el respeto, la admiración; por ello, todos tenemos que aprender a ser personas humildes, sencillas y no sentirnos pagados de nosotros mismos ni actuar con soberbia”, dijo.
Durante la homilía de este domingo, el prelado recordó que vivir de acuerdo con los valores de la enseñanza de Cristo es el anticipo del reino de Dios. “Los auténticos valores cristianos siempre serán una provocación ante las ordinarias tendencias humanas, el honor y el prestigio son desplazados por los valores de la humildad y generosidad”.
Recordó que Jesús enseñó a sus discípulos a aprender de él y que se mostró humilde de corazón: “Jesús nos enseña con sus actitudes, con su vida, con su predicación, con su preocupación por los demás”, aseveró.
El arzobispo de Xalapa recordó que hay pecados capitales, de los cuales el más grave es la soberbia que promueve el Diablo “porque cuando el hombre actúa con soberbia se imita a Satanás”.
Ante los feligreses reunidos en la Catedral de Xalapa, indicó que la búsqueda del prestigio social o cuidado de la imagen es propio de los seres humanos porque todos necesitan del reconocimiento y afecto de los demás, “pero cuando se descubre el ejemplo de Jesús, se llega a la convicción de que para seguirlo es indispensable descender al reconocimiento de las propias debilidades”.
Reiteró que en todos los asuntos de la vida diaria es necesario proceder con humildad y que así las personas pueden ser más amadas y que cuanto más grande sea una persona debe mostrarse más pequeña y humilde y que sólo de esa forma se le dará gloria a Dios. “De otra forma, no hay remedio para el hombre orgulloso porque ya está arraigada la maldad en él”, aseveró.
