OPINIONESOSWALDO CEBALLOS

Morir en tiempos de coronavirus

Por: Oswaldo Ceballos


El aislamiento social es obligatorio es varios países del planeta ante la presencia del Coronavirus, en otros pareciera que se opta por no generar “pánico” entre la población votante y además para no detener la economía que de por sí está golpeada en todos los continentes.
No habrá un país que salga bien librado en términos económicos después de la Cuarentena, ni China.

Ahora, ese aislamiento ha generado una crisis más a nivel global: el morir y el qué harán con el cadáver después de que fallezcas.

Y no te estoy hablando exclusivamente si muere por Covid-19, es morir de lo que sea, morir en esta época.

Ejemplos hay cientos pero nos vamos primero a Europa, específicamente al país más golpeado por la pandemia: Italia.

Allí, la instrucción fue clara y todos los sepelios se han realizado sin familiares, nadie puede ir al cementerio a enterrar a su padre, madre, hijo, hija, etcétera.

En el caso de los que han fallecido por esta enfermedad, los familiares entregan una ropa a los encargados de hacer la sepultura y estos la colocan encima del cuerpo. Nada más.
Muchas familias han pedido siquiera ver el cuerpo por última vez, y no, no se puede. Está prohibido hasta eso.

Las despedidas son aún más tristes, una verdadera pesadilla.

Son los encargados de las funerarias quienes incluso suplen a los sacerdotes quienes no siempre pueden acudir a los entierros.

Ahora vengamos a nuestro continente en América, fundamentalmente en Ecuador donde la pesadilla explota en un claro ejemplo de un país tercermundista.

Un sistema de salud colapsado de inmediato, rebasado por todos lados y con miles de historias que se han ido acumulando a la par de los cadáveres que no pueden siquiera llegar a su última morada.

Imágenes dantescas llenaron las redes sociales donde se veían a las personas caer en plena calle o estar frente a sus casas tirados sin que ningún vehículo gubernamental los levantase. Y ahí estuvieron por días.

O aquellos que han intentado viajar con sus familiares muertos y detenidos por las fuerzas de seguridad.

Decenas de personas afuera de los hospitales esperando a que les entreguen a sus muertos, por días enteros y sin respuesta alguna.

Cabe señalar que no hay espacios ya en los hospitales, si el sistema de salud fue rebasado el servicio funerario también de una manera tan deprimente que incluso personas que habitan en Ecuador me dicen que es una pesadilla constante, un temor a salir a la calle. Se horrorizan en ver a los muertos tirados sin que nadie se anime a llevárselos.

El problema es que aún existen muchos que no creen, y no toman las medidas de higiene necesarias para contrarrestar el contagio.

Ecuador presenta su recuento de casos, da cifras pero al hacer un breve análisis de lo que están viviendo ahí no nos queda la menor duda que no tienen ni idea de cuántas personas han fallecido por esa enfermedad y cuántas están infectadas al día de hoy.

En resumen, ese país sudamericano no puedes enterrar a tu familiar muerto por Covid-19 porque en primera no te lo entregan, no te levantan el acta de defunción en un tiempo razonable, y los féretros son envueltos en plástico para su posterior entierro. Posterior a ello fumigan tanto al vehículo como al ataúd para proceder al último destino.

Si llegaste hasta aquí y no crees que el virus exista y provoque esta pesadilla. Ve a las redes sociales y busca imágenes de esos dos países que son el fiel reflejo de una realidad: Europa y Latinoamérica, “primer mundo” y “tercer mundo”.

En esos dos países, una cifra incalculable de personas no pudieron despedirse de su ser amado haciendo más difícil enfrentar su pérdida.

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